De un modo subyacente, la angustia prosigue su labor de zapa. No podemos amordazar del todo nuestro discurso. Creemos que nos llamamos Fulanito, que nuestro trabajo es hacer esto y lo otro pero, al despertar, nada de eso existía. Quizá porque no existe."
Amélie Nothomb, Diario de Golondrina, págs. 8-9.
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