8/10/11

Octubre
mes de las despedidas
tercera vez que digo adiós a alguien, alguien muy, muy querido (en todos los casos, alguien muy querida), alguien que se va lejos, muy, muy lejos
recuerdo tu partida Golondrina, todo tan lleno de fatiga, de angustia, de llegar corriendo para verte partir, de la tristeza que contenía todas las alegrías posibles del tiempo juntos, de lo que somos y hemos sido, de lo vivido
recuerdo el breve encuentro con Li, de nuevo corriendo como loco por el Salitre, noche siempre, el afán, el sudor y por fín encontrarte, un café una charla directa, y luego chau...
ahora la ida de Le, esta vez también cargada de afanes, de correr como loco por una calle en horas de la noche, bajo la lluvia y el imperativo de llegar pronto para compartir una vez más de su presencia. esta fue una gran despedida (en todas esta la promesa silente del nuevo encuentro, a como de lugar), no ahogado por la ausencia sino por el recuerdo, por la calidez, por lo bueno que es, que serpa que ha sido...
ahora que lo pienso, es cuestión de adaptarse para eso. ayer lo hablaba con Keops. se construye al otro para asegurar su despedida. sea como sea, y de la manera que sea, solo hay una cosa fija: siempre habrá que despedirse de ese Otro -sea tarde, sea temprano, sea porque viaja, sea porque se rompe, sea por lo imposible, sea por lo Real-, ese es el sentido final de construir a la otra persona, de mantener una amistad, de la creación de lazos de afecto (porque la sociabilidad es otra cosa, algo más frío), eso lazos que se perpetúan y se proyectan en el infinito y desbordan la mera existencia material.
construyo y mantengo a mis otros para, en algún momento, despedirme de ellos
y otras tantas cosas que he pensado
ahora me alegra esta dedpedida, porque ella estará bien, estará mejor, además, será necesario: es en la ausencia donde se equilibra el tiempo juntos, donde realmente se valora y se prueba.
luego seguiré con más
una ausencia me obligó a escribir de nuevo en este blog
etcétera
4 de enero, viernes
Les ardoises du tot. Exceso de constatación. Aquí comienza a fallarle el duende a R.
Pero yo sé lo que necesito. Esto es lo trágico. Siempre lo encuentro por la mitad, correspondiendo a mi deseo al parte ausente y distinguiéndome por la que se ofrece.
Hacer el amor para ser por unas horas el centro de la noche.
Hacer el poema para desplegarse en su espacio o para erigirse en él como una estatua. Entre algunos pueblos civilizados  esta actitud lleva el nombre de narcisismo. Chez moi es un hábito parecido al de llorar de miedo cuando truena.
Cuando hablo con K. o con Q. me siento inmoral, casi diría, degenrada. Pensando en el asunto descubro ue nunca tuve prejuicios sexuales. Esto me asombra, dada mi educación y mi poca libertad "interna". El sexo o lo sexual es, para mí, el unico lugar en donde todo está permitido. Siempre lo sentí así. Quiero decri: para mí el acto sexual es independiente, una especie de zona cerrada por un círculo. Se puede hacer el amor con cualquiera sin que intervengan conceptos como amistad, amor, familia, etc. O sea: hacer el amor con un amigo no implica forzosamente un cambio de relación. Es como ir al cine: un silencio y una participación. Después se fuma, se habla y se discute. Ayer me reí cuando Q. -tiene treinta años y es virgen- afirmó que no tiene prejuicios sexuales pero que el acto de amor "tiene que ser una totalidad".


Extraído de los "Diarios" de Alejandra Pizarnik. Editurial Lumen.