30/9/09

Incitación Nº ¡ !

Hay que emprender una encrucijada contra las encrucijadas que tanto nos han afectado
Nosotros
bichos temerosos
portadores de una epidermis barroca
romántica
subgótica
especímenes sedientos de vendetta
una sin precedentes predecibles contra
ese hermoso fiasco del corazón herido y
las alas desplegadamente
rotas

es hora de parar.

buscar un catalizador (¿?¿?)
o…
mejor aún, neutralizar ese coctel hormonal biológico y sofisticadamente evolucionado
dopaminas, copulinas, pamplinas
que dilatan la mirada
llenan de pastel carmín las mejillas

activar la trampilla de la trampa mayor

Algo importante

Me tomo otro atrevimiento para construir algo con cosas ajenas (de hecho eso es lo que siempre hemos hecho los humanos), a raíz de tanta desazón y tanto pensar, tanto leer y ver la situación de muchos parceros me remito a algo que acabo de releer por enésima vez

Rayuela

100
Puso la ficha en la ranura, marcó lentamente el número. A esa hora Etienne debí a estar pintando y le reventaba que le telefonearan en mitad del trabajo, pero lo mismo tení a que llamarlo. El teléfono empezó a sonar del otro lado, en un taller cerca de la Place d ´ Italie, a cuatro kilómetros de la oficina de correos de la rue Danton. Una vieja con aire de rata se habí a apostado delante de la casilla de vidrio, miraba disimuladamente a Oliveira sentado en el banco con la cara pegada al aparato telefónico, y Oliveira sentí a que la vieja lo estaba mirando, que implacablemente empezaba a contar los minutos. Los vidrios de la casilla estaban limpios, cosa rara: la gente iba y vení a en el correo, se oí a el golpe sordo (y fúnebre, no se sabí a por qué) de los sellos inutilizando las estampillas. Etienne dijo algo del otro lado, y Oliveira apretó el botón niquelado que abrí a la comunicación y se tragaba definitivamente la ficha de veinte francos.
- Te podí as dejar de joder -rezongó Etienne que parecí a haberlo reconocido en seguida-. Sabés que a esta hora trabajo como un loco.
- Yo también -dijo Oliveira-. Te llamé porque justamente mientras trabajaba tuve un sueño.
- ¿Cómo mientras trabajabas?
- Sí , a eso de las tres de la mañana. Soñé que iba a la cocina, buscaba un pan y me cortaba una tajada. Era un pan diferente de los de aquí , un pan francés como los de Buenos Aires, entendés, que no tienen nada de franceses pero se llaman panes franceses. Date cuenta de que es un pan más bien grueso, de color claro, con mucha miga. Un pan para untar con manteca y dulce, comprendés.
- Ya sé -dijo Etienne-. En Italia los he comido.
- Estás loco. No tienen nada que ver. Un dí a te voy a hacer un dibujo para que te des cuenta. Mirá, tiene la forma de un pescado ancho y corto, apenas quince centí metros pero bien gordo en el medio. Es el pan francés de Buenos Aires.
- El pan francés de Buenos Aires -repitió Etienne.
- Sí , pero esto sucedí a en la cocina de la rue de la Tombe Issoire, antes de que yo me mudara con la Maga. Tení a hambre y agarré el pan para cortarme una tajada. Entonces oí que el pan lloraba cuando yo le metí a el cuchillo. Sí , claro que era un sueño, pero el pan lloraba cuando yo le metí a el cuchillo. Un pan francés cualquiera y lloraba. Me desperté sin saber qué iba a pasar, yo creo que todaví a tení a el cuchillo clavado en el pan cuando me desperté.
- Tiens- dijo Etienne.
- Ahora vos te das cuenta, uno se despierta de un sueño así , sale al pasillo a meter la cabeza debajo del agua, se vuelve a acostar, fuma toda la noche… Qué se yo, era mejor que hablara con vos, aparte de que nos podrí amos citar para ir a ver al viejito ese del accidente que te conté.
- Hiciste bien -dijo Etienne-. Parece un sueño de chico. Los chicos todaví a pueden soñar cosas así , o imaginárselas. Mi sobrino me dijo una vez que habí a estado en la luna. Le pregunté qué habí a visto. Me contestó: “Habí a un pan y un corazón.” Te das cuenta que después de estas experiencias de panaderí a uno ya no puede mirar a un chico sin tener miedo.
- Un pan y un corazón -repitió Oliveira-. Sí , pero yo solamente veo un pan. En fin. Ahí afuera hay una vieja que me empieza a mirar de mala manera. ¿Cuántos minutos se puede hablar en estas casillas?
- Seis. Después te va a golpear el vidrio. ¿Hay solamente una vieja?
- Una vieja, una mujer bizca con un chico, y una especie de viajante de comercio. Debe ser un viajante de comercio porque aparte de una libreta que está hojeando como un loco, le salen tres puntas de lápiz por el bolsillo de arriba.
- También podrí a ser un cobrador.
- Ahora llegan otros dos, un chico de unos catorce años que se hurga la nariz, y una vieja con un sombrero extraordinario, como para un cuadro de Cranach.
- Te vas sintiendo mejor -dijo Etienne.
- Sí , esta casilla no está mal. Lástima que haya tanta gente esperando. ¿Te parece que ya hemos hablado seis minutos?
- De ninguna manera -dijo Etienne-. Apenas tres, y ni siquiera eso.
- Entonces la vieja no tiene ningún derecho de golpearme el vidrio, ¿no creés?
- Que se vaya al diablo. Por supuesto que no tiene derecho. Vos disponés de seis minutos para contarme todos los sueños que te dé la gana.
- Era solamente eso -dijo Oliveira- pero lo malo no es el sueño. Lo malo es que eso que llaman despertarse… ¿A vos no te parece que en realidad es ahora que yo estoy soñando?
- ¿Quién te dice? Pero es un tema trillado, viejo, el filósofo y la mariposa, son cosas que se saben.
- Sí , pero disculpame si insisto un poco. Yo quisiera que te imaginaras un mundo donde podés cortar un pan en pedazos sin que se queje.
- Es difí cil de creer, realmente -dijo Etienne.
- No, en serio, che. ¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increí ble equivocación?
- En medio de esa equivocación -dijo Etienne- yo pinto magní ficos cuadros y poco me importa si soy una mariposa o Fu- Manchú.
- No tiene nada que ver. Parece que gracias a diversas equivocaciones Colón llegó a Guanahani o como se llamara la isla. ¿Por qué ese criterio griego de verdad y de error?
- Pero si no soy yo -dijo Etienne, resentido. Fuiste vos el que habló de una increí ble equivocación.
- También era una figura -dijo Oliveira-. Lo mismo que llamarle sueño. Eso no se puede calificar, precisamente la equivocación es que no se puede decir siquiera que es una equivocación.
- La vieja va a romper el vidrio -dijo Etienne-. Se oye desde aquí .
- Que se vaya al demonio -dijo Oliveira-. No puede ser que hayan pasado seis minutos.
- Más o menos. Y además está la cortesí a sudamericana, tan alabada siempre.
- No son seis minutos. Me alegro de haberte contado el sueño, y cuando nos veamos…
- Vení cuando quieras -dijo Etienne-. Ya no voy a pintar más esta mañana, me has reventado.
- ¿Vos te das cuenta cómo me golpea el vidrio? -dijo Oliveira-. No solamente la vieja con cara de rata, sino el chico y la bizca. De un momento a otro va a venir un empleado.
- Te vas a agarrar a trompadas, claro.
- No, para qué. El gran sistema es hacerme el que no entiendo ni una palabra en francés.
- En realidad vos no entendés mucho -dijo Etienne.
- No. Lo triste es que para vos eso es una broma, y en realidad no es una broma. La verdad es que no quiero entender nada, si por entender hay que aceptar eso que llamábamos equivocación. Che, han abierto la puerta, hay un tipo que me golpea el hombro. Chau, gracias por escucharme.
- Chau -dijo Etienne.
Arreglándose el saco, Oliveira salió de la casilla. El empleado le gritaba en la oreja el repertorio reglamentario. “Si ahora tuviera un cuchillo en la mano”, pensó Oliveira, sacando los cigarrillos, “a lo mejor este tipo se pondrí a a cacarear o se convertirí a en un ramo de flores”. Pero las cosas se petrificaban, duraban terriblemente, habí a que encender el cigarrillo, cuidando de no quemarse porque le temblaba bastante la mano, y seguir oyendo los gritos del tipo que se alejaba, dándose vuelta cada dos pasos para mirarlo y hacerle gestos, y la bizca y el viajante de comercio lo miraban con un ojo y con el otro ya se habí an puesto a vigilar a la vieja para que no se pasara de los seis minutos, la vieja dentro de la casilla era exactamente una momia quechua del Museo del Hombre, de esas que se iluminan si uno aprieta un botoncito. Pero era al revés como en tantos sueños, la vieja desde adentro apretaba el botoncito y empezaba a hablar con alguna otra vieja metida en cualquiera de las bohardillas del inmenso sueño.
(-76)
Julio Cortázar

29/9/09

Introspección Nº K

Me tomaré el atrevimiento de citar una vez más, como siempre, y como será fiel costumbre para colaborar con el orden de las zancadillas
acabo de leer en el blog de mi parcero keops
"hay momentos en los que seria mejor no decir nada" (1)
creo que este es uno de esos momentos, por lo menos dentro de la situación histórica en la que estamos envueltos (curiosa situación de inversiones metodológicas, cuando uno es´ta en blanco, el otro está en negro, cuándo acá hay ausencia allá hay presencia, y un se puede ver como espectador de un anterior protagonismo estelar)
no digo má haciendo caso a la anterior citación
seguiré cantando


_______________
(1) kaops.blogpot.com

28/9/09

Destello Nº X

Pitufos Anarquistas


I

Unidos por una brecha incluso maltrecha en donde la diosísima soledad ha empapado hasta los poros con su mágica y espesa presencia dejándonos sumergidos y no náufragos en lo más profundo del ser, allá donde Yo y Ello ya no significan lo que solían significar y donde esos yoes del universo paralelo fructifican, ramifican y enraízan un único destino de plastilina y quarks completamente vacío en punto frágil de colisión, fusión y, porque no, sublimación en la dinámica de estos tiempos tan líquidos.

Por culpa de un destino desatinado entre una antología de preguntas y causas con respuestas y efectos dispares y dislocados al compás de la danza de unos dados danzantes en el aire milisegundos antes de caer y dar un azaroso veredicto que altere cuánticamente el universo

Unidos por el ombligo desde lo nombrado y lo altamente predecible, en ese acogedor elixir dele enajenamiento a la mejor manera bretoniana, exquisita entelequia con el lenguaje y los colores, dicha espiritualmente promiscua válvula de escape maravilloso onanismo decibélico:

disfrutar el silencio.

Y de ahí, a la realidad


II

Un hilillo del que no sabemos su conciencia de sí. Invisible y desajustado, proveniente de alguna agonizante madeja, emprendió un entrañable paseo llevando en sus bolsillos como único equipaje, un instinto de topo. Partió de algún lugar y no vio morir a esa Madeja que por mucho tiempo lo mantuvo enredado en su pancóismico útero. Aquel instinto topesco solo le auguraba que, entre lo letárgico y solemne de su excavar y laberintear, se divertiría generando reacciones en cadena de sufrimientos discursivos y lacrimosos volúmenes de incertidumbres.

Sin darnos cuenta aún de ello, aquel Hilillo adquirió una despistada conciencia de sí, y supo de inmediato, que divagaba en los confines místicos y cuánticos de un cuerpo que soportaba románticamente todas sus imprecisiones. Así es. El Hilillo se desentrañaba en las entrañas posibles de un cuerpo posible. En medio de esa inexplicable conciencia de sí, supo el Hilillo que pertenecía a algo, tal vez a ese cuerpo e hizo de ese su lugar, su cueva, su laboratorio. Aún sin Kibutz el Topesco Instinto del Hilillo debatía más y más a la despistada Conciencia de Sí de encontrarse en posibilidades nulas, de ser posiblemente nula. De esta manera para saber más o a lo mejor para dejar de saber eso que sabía, el Topesco Instinto y la despistada Conciencia de Sí posiblemente nula cavaron un agujero interminable y arrastraron consigo al hilillo meditabundo. Nos supimos cuánto cavaron ni cuanto viajaron, ni mucho menos las cosas que habrán visto en ese excavado túnel, pero el hecho es que ese tune cierto día desembocó en algún lugar del rizoma temporoespacial: en el mismísimo ombligo de aquel cuerpo habitado ya por miles de pensamientos, historias, desencuentros e identidades.

El hilillo (Instinto Topesco + despistada Conciencia de Sí posiblemente nula) encontró la comúnmente encontrada luz.

Se dice que alguna fluctuación epifánica lo hizo saltar muy afuera de aquel cuerpo empero sin abandonarlo completamente. El hilillo se estiró a niveles inimaginables mientras esa fluctuación impredeciblemente razonada se convirtió en una fluctuación predeciblemente irrazonable que empujé al cuerpo a ser una fluctuación despredeciblemente desrazonable y desatinadamente destinada.

Supo entonces el hilillo de antemano lo que seguiría, pero como llevaba consigo el Instinto Topesco y la despistada Conciencia de Sí posiblemente nula, hizo caso omiso de ello como el más hermoso pecado mortal. Chocó este hilillo con otro hilillo que también sabía de antemano que chocaría con este hilillo que llevaba consigo un Instinto Topesco y una despistada Conciencia de Sí posiblemente nula que ya había chocado con otro hilillo el cual sabía de antemano que chocaría con este hilillo que llevaba consigo un Instinto Topesco y una despistada Conciencia de Sí posiblemente nula, que ya había chocado con…

El hecho de que estos acontecimientos por alguna oculta y densa razón hicieran chocar estos resultantes tres hilillos hizo que se enredaron entre sí, los Topescos Instintos de cada uno de los hilillos por primera vez se miraron a los ojos y reconocieron en el otro a un Topesco Instinto aturdido y asustado a su vez que la despistadas Conciencias de Sí posiblemente nulas de desnulizaron imposiblemente bifurcándose cada cual en otra Conciencia, esta vez del Otro mismo, y esta en la inconsciencia de Sí y esta a su vez en la Inconsciencia del Otro mismo, y del ninguno, y del aquel…

Contaron sus epopeyas. Arrastraron sus cuerpos al desencuentro. No, no fue un espejo. Fue un calidoscopio. Azul. Mezcla de alteridades que solo puede generar una cosa (entre otras tantas posibilidades: … )

Destello Nº ¿? efebrero año en curso

Pensar, despensar… un desatino, o una despedida… alguien muerde mi corazón justo cuando comienza a endurecer, y vuelve a ser frutilla. Aniquilarse, o dejarse asesinar. Paso mis días bajo esa máscara discursiva, pedregosa y disyuntiva…!!!


Déjate golpear una vez más, la vanidad es superficial, la dignidad es una etiqueta más. Qué se es? Qué no se es?

Me olvido para perecer en esa frontera silenciosa del no pensar, cuando me doy cuenta, me diluyo en la masa densa de la memoria, la memoria coaccionada, la memoria compartida.

Un despertar de nuevo en la completa ignorancia de lo que me depara, salvo la concurrida agenda que he llegado a programar para el día de hoy. Muchas mañanas me sorprendo de las pequeñas epifanías que siempre me atacan al desayunar, siempre, o casi siempre me atrapa alguna canción de alta emotividad. Por fin ya no veo nada, más de Depeche, pero hoy me sorprende una de Búnbury, porque las cosas cambian,… y pienso en lo que hemos cambiado, porque Golondrina ataca de nuevo sin necesidad de atacar, porque en un mínimo cruce de pixeles me muerde el corazón en el justo momento que me decida renunciar al amor de nuevo… ahora algo me ataca con más voracidad inexplicable. Esa emisora que me trae las más inesperadas noticas cuando menos lo espero: Cortázar aún produce… dentro de poco aparecerá un nuevo libro de Julio, un libro de inéditos. No se por qué el escalofrió que me heló hasta la cabeza… son tiempos extraños, Golondrina me revolotea sin quererlo o sin saberlo, los pitufos anarquistas, las cosas cambian, una cita aleatoria esta tarde… dioses…

Anarquismo contra lo indescifrable. Extraña visitante, camaleónica avecilla de los estados metales y demenciales. Aquí hay una división que te espera, aquí… donde prefiero ser lo que no debo ser…

XIII – II – IX

Pitufos Anarquistas, Primeros destellos

Ahora, cuando es tiempo de recordar y pensar qué hacer con la vida, esa vida que no sabe qué hacer con nosotros,
recuerdo los momentos causales de esta iniciativa
era enero
no. era febrero.
era uno de los primeros meses del año, en villeta habíamos pensado y vivido muchas cosas, sentíamos algo en la garganta, unas ganas de gritar, de decir no más, de des-volucionarnos
ibamos en una caminata monte arriba, disertando acerca de esto y aquello, y casualmente por la candencia de nuestras plabras pensamos en la situación subversiva: un puñado de mentes cansadas de un orden establecido en pleno monte como si fueramos...
pitufitos, "deberíamos cantar la canción de los pitufos", creo que nadie se la sabía...
hmm
pero si fuueramos pitufos seríamos cándidos y estupidos -y no lo somos, no lo queremos ser
¡Somos pitufos exiliados, autoesxiliados! creo que dijo Michín,...
nos asumimos en ciertos roles, yo era, soy, fui, seré, el ideologo, por decirlo así, el comandante Pitufo Diako...
estabamos también la pitufa Jeimmy, putufa Plurabelle y Papá Pitufo - pitufo Michín-, además de otro sujeto, bonachón y caótico que ni más solo en ciertas ocasiones...

pasaron muchas cosas
la mariposa de la vendetta...
acontecimientos que os narraré después

luego acá en la capital comenzamos a reunirnos física y etéreamente, a escribir, a disertar, a compartir y vivir
acontecimientso próximammente narrados

así comenzamos
unidos por algo maravillosos
unidos por la misma fractura...