28/9/09

Destello Nº X

Pitufos Anarquistas


I

Unidos por una brecha incluso maltrecha en donde la diosísima soledad ha empapado hasta los poros con su mágica y espesa presencia dejándonos sumergidos y no náufragos en lo más profundo del ser, allá donde Yo y Ello ya no significan lo que solían significar y donde esos yoes del universo paralelo fructifican, ramifican y enraízan un único destino de plastilina y quarks completamente vacío en punto frágil de colisión, fusión y, porque no, sublimación en la dinámica de estos tiempos tan líquidos.

Por culpa de un destino desatinado entre una antología de preguntas y causas con respuestas y efectos dispares y dislocados al compás de la danza de unos dados danzantes en el aire milisegundos antes de caer y dar un azaroso veredicto que altere cuánticamente el universo

Unidos por el ombligo desde lo nombrado y lo altamente predecible, en ese acogedor elixir dele enajenamiento a la mejor manera bretoniana, exquisita entelequia con el lenguaje y los colores, dicha espiritualmente promiscua válvula de escape maravilloso onanismo decibélico:

disfrutar el silencio.

Y de ahí, a la realidad


II

Un hilillo del que no sabemos su conciencia de sí. Invisible y desajustado, proveniente de alguna agonizante madeja, emprendió un entrañable paseo llevando en sus bolsillos como único equipaje, un instinto de topo. Partió de algún lugar y no vio morir a esa Madeja que por mucho tiempo lo mantuvo enredado en su pancóismico útero. Aquel instinto topesco solo le auguraba que, entre lo letárgico y solemne de su excavar y laberintear, se divertiría generando reacciones en cadena de sufrimientos discursivos y lacrimosos volúmenes de incertidumbres.

Sin darnos cuenta aún de ello, aquel Hilillo adquirió una despistada conciencia de sí, y supo de inmediato, que divagaba en los confines místicos y cuánticos de un cuerpo que soportaba románticamente todas sus imprecisiones. Así es. El Hilillo se desentrañaba en las entrañas posibles de un cuerpo posible. En medio de esa inexplicable conciencia de sí, supo el Hilillo que pertenecía a algo, tal vez a ese cuerpo e hizo de ese su lugar, su cueva, su laboratorio. Aún sin Kibutz el Topesco Instinto del Hilillo debatía más y más a la despistada Conciencia de Sí de encontrarse en posibilidades nulas, de ser posiblemente nula. De esta manera para saber más o a lo mejor para dejar de saber eso que sabía, el Topesco Instinto y la despistada Conciencia de Sí posiblemente nula cavaron un agujero interminable y arrastraron consigo al hilillo meditabundo. Nos supimos cuánto cavaron ni cuanto viajaron, ni mucho menos las cosas que habrán visto en ese excavado túnel, pero el hecho es que ese tune cierto día desembocó en algún lugar del rizoma temporoespacial: en el mismísimo ombligo de aquel cuerpo habitado ya por miles de pensamientos, historias, desencuentros e identidades.

El hilillo (Instinto Topesco + despistada Conciencia de Sí posiblemente nula) encontró la comúnmente encontrada luz.

Se dice que alguna fluctuación epifánica lo hizo saltar muy afuera de aquel cuerpo empero sin abandonarlo completamente. El hilillo se estiró a niveles inimaginables mientras esa fluctuación impredeciblemente razonada se convirtió en una fluctuación predeciblemente irrazonable que empujé al cuerpo a ser una fluctuación despredeciblemente desrazonable y desatinadamente destinada.

Supo entonces el hilillo de antemano lo que seguiría, pero como llevaba consigo el Instinto Topesco y la despistada Conciencia de Sí posiblemente nula, hizo caso omiso de ello como el más hermoso pecado mortal. Chocó este hilillo con otro hilillo que también sabía de antemano que chocaría con este hilillo que llevaba consigo un Instinto Topesco y una despistada Conciencia de Sí posiblemente nula que ya había chocado con otro hilillo el cual sabía de antemano que chocaría con este hilillo que llevaba consigo un Instinto Topesco y una despistada Conciencia de Sí posiblemente nula, que ya había chocado con…

El hecho de que estos acontecimientos por alguna oculta y densa razón hicieran chocar estos resultantes tres hilillos hizo que se enredaron entre sí, los Topescos Instintos de cada uno de los hilillos por primera vez se miraron a los ojos y reconocieron en el otro a un Topesco Instinto aturdido y asustado a su vez que la despistadas Conciencias de Sí posiblemente nulas de desnulizaron imposiblemente bifurcándose cada cual en otra Conciencia, esta vez del Otro mismo, y esta en la inconsciencia de Sí y esta a su vez en la Inconsciencia del Otro mismo, y del ninguno, y del aquel…

Contaron sus epopeyas. Arrastraron sus cuerpos al desencuentro. No, no fue un espejo. Fue un calidoscopio. Azul. Mezcla de alteridades que solo puede generar una cosa (entre otras tantas posibilidades: … )

1 comentario:

  1. esa racimo de hilillos enhebrados por mano del caos, formando la trenza de la vida se convirtió en madeja en mi mente, tomo un cuerpo etéreo y salio del escrito (perdón la referencia etérea, casi tan surreal como la caótica), se fue a vivir a mi mente, escurre por mis ojos el hilillo con el comenzó todo

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