16/12/09

Adieu

¡Otoño, ya! -Pero, ¿por qué añorar un sol eterno si nos hemos embarcado en el descubrimento de la claridad divina, -lejos de la gente que muere con el paso de las estaciones?
Otoño. Nuestra barca erguida en las brumas inmóviles pone rumbo al puerto de la miseria, a la ciudad inmensa con su cielo manchado de fuego y de fango. ¡Ah, los harapos podridos, el pan empapado de lluvia, la ebriedad, los mil amores que me han curcificado! ¡Así pues, no cesará nunca este vampiro reina de millones de almas y de cadáveres que serán juzguados! Ya me veo otra vez con la piel roída por el fango y la peste, con el cabello y las axilas atestados de gusanos y gusanos aún más gruesos en el corazón, tirado entre desconocidos sin edad, sin sentimientos... Podría haber muerto allí... ¡Qué espantosa evocación! Detesto la miseria.
¡Y temo el invierno porque es la estación del bienestar!
-A veces veo en el cielo playas sin fin, cubiertas de blancaas naciones radiantes de dicha. Por encima de mí, un gran navío de oro iza sus pabellones multicolores agitados por las brisas de la mañana. He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. Probé a inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Creí haber adquirido poderes sobrenaturales. Pues bien: ¡ahora debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y fabulador, al traste!
¡Ah! ¡Yo que me intitulé mago o ángel, exento de toda moral, me veo devuelto al suelo, obligado a buscar un deber y a abrazar la realidad rugosa! ¡Qué palurdo!
¿Estaré equivocado? ¿Será la caridad, para mí, hermana de la muerte?
En fín, pediré perdón por haberme alimentado de mentira. Y adelante.
¡Pero ni una mano amiga! ¿Y dónde conseguir ayuda?

***

Sí, la nueva hora es, al menos, muy exigente.
Por eso puedo decir que he logrado la victoria: el rechinar de dientes, los chiflidos de fuego, los suspiros apestados se atenúan. Todos los recuerdos inmundos se desvanecen. Mis últimas añoranzas se esfuman, -las envidias que sentía de los mendigos, los bandidos, los amigos de la muerte, los rezagados de todo tipo. -¡Condenados , si yo me vengase!
Hay que se absolutamente moderno.
Nada de cánticos: ir por delante. ¡Dura la noche! ¡La sangre reseca exhala vapor sobre rostro, y no dejo nada detrás salvo ese horrible arbolillo!... El combate del espíritu es tan brutal como la batalla de los hombres; pero la visión de la justicia es placer exclusivo de Dios.
Ya es víspera. Acojamos, pues, todos los influjos de vigor y de ternura real. Y a la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en la espléndidas ciudades.
¡A qué venia eso de una mano amiga! Es una gran ventaja poder reírme de los viejos amores embusteros, y cubrir de vergüenza a esas parejas mentirosas -he visto el infierno de las mujeres allá abajo. -Y me será permitido poseer la verdad en un alma y un cuerpo.

Abril-agosto 1873
Traducción: Juan Abeleira
Tomado de su Temporada en el Infierno
Sn. Arthur, Ora pro nobis, Ángel en el exílio

1 comentario:

  1. hay no marica que mierda, tengo que irme a comprar ese puto libro, estoy a punto de llorar y ese texto fue la puñalada que necesitaba... hoy dia de inicio de novena es ese el libro que iniciara todo el cataclismo de los ultimos 15 dias de la decada...

    ResponderEliminar

responde : resiste