29/6/10

Autoinvocación (2)

II

He creado tantas y tan variadas cosas de lo que he conocido de mí que me llamo artista en una de las variaciones de esa palabra. Básicamente he vivido en ocasiones y he existido en otros momentos. Y una que otra vez he vivido y existido o trascendido y también he estado y he sido. Y toda esa carga cronológica acumulada en mis manos y mis ojos la he plasmado para la lejana eternidad. He hecho de mi ser transcurrido diferentes manifestaciones artísticas, y he sido el arte en todo su sentido.

¿Cómo? Nietzsche dijo un día en medio de su locura que quien tiene un qué para vivir puede afrontar todos los cómos. Si algún mortal me pregunta inquisitoriamente o con sorpresa epistemofílica ¿Cómo? Yo le puedo decir: Teniendo un qué.

Como artista he sido prudente y pretencioso en el hacer, en el componer y, creo yo, que sincero en el mostrar. Los que me conocen a fondo saben medianamente lo que he producido en los últimos... tres años. Y eso es poco. Pero basta de divagaciones y vamos al grano.

Soy uno de esos especimenes que creen en la inspiración en pleno siglo de la banalidad, y es cierto. Llamo a esa inspiración Musa o Camena, nunca la he visto pero la he sentido piel a piel, en el desprecio, en la tristeza o en la noche, con una mirada o con una canción, leyendo o mirando, y es la musa como el eterno femenino, es una mujer y como mujer un día ama y otro no. La he visto en varias formas, unas humanas, sensibles que traspasan el plano metafísico, y también etéreas e imaginarias. Vivas e inexistentes.

De chiquillo me abrazó esa musa y lentamente fue adiestrando mis manos para ella, eso muchos lo saben, y ya les había leído algo de eso, además saben que aprendí a plasmar mis sensaciones e ilusiones en el papel solito, sin la ayuda de las academias, por eso me es difícil asimilar las técnicas. Saben que inicié dibujando mitos, héroes y villanos de la épica de la edad de plástico y que aún hoy los sigo creando. Que luego pasé a dibujar mis pasiones, y llené de papeles cuerpos femeninos, eróticos y sugestivos, musas artificiales pasajeras, entre otras. Y que además no puedo desprender de mis líneas ese Eros y ese mundo surreal. ¿Cliché? Lo que quieran.

Además saben que mi pasión por las letras comenzó no hace mucho, eso no ha sido de tosa la vida como el dibujo. Pero lo que no puedo expresar dibujando, lo he escrito, y he escrito a mujeres, a la tristeza y a la soledad, he escrito la depresión y el fulgor del cuerpo, y he sido amado y odiado por lo que he escrito. He llenado hojas y hojas perecederas y trascendentales a las diosas que se han atravesado por mi vida y que ahora no son más que un fantasma sobre el que escribe el deseo.

En resumidas cuentas esa ha sido mi vida artística, en una revisión ampliamente reducida. Pero eso es algo que he vivido con diferentes personas en diferentes épocas. Pero ellas no saben algo. La razón por la que creo.

1 comentario:

  1. hmmmm diria que la creacion no tiene razon de ser, excepto la creacion misma, el ego de parir un dibujo o un escrito... el puto ego

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