2/7/10

Autoinvocación (3)

Hoy charlé con Jeimmy y ambos llegamos a concluir, de una u otra manera, que somos lo que somos: somos creadores. Punto. Fue una charla muy reconfortante. Una catarsis. Una charla de vacío. Continúo con mi texto. Antes (2008) me decía ser artista. No, ya no. Yo soy un creador.

III

Creo para aliviar ese mareo cotidiano. Creo porque creo que crear es un acto de fe. Creo para creer en algo, unos días en la divinidad, otras veces en el amor y otras en mí mismo. Como artista me veo en este mundo en una posición incierta, tal vez porque soy muy joven y he hecho mucho de lo que me vanaglorio. Soy tan banal para los trascendentes, y tan trascendente para los banales. Soy raro y misterioso para los normales. Pero ellos no saben que para los verdaderos raros de esta vida soy un mortal.

Y soy artista, espero que no como estos payasos que ya ni viven en Colombia y crean las mismas vainas. Quiero ser un artista y punto. Claro, siempre aguardo la secreta esperanza de aparecer en un libro Taschen o algo similar, ser un nombre más en el Larousse. ¿Quién no se alegraría sabiendo que su firma vale miles de dólares?

No creo en los artistas cien por ciento honestos con el arte. Uno siempre es bueno, sincero y honrado hasta que quiere serlo. Por ahora escribo y dibujo para mi mismo, y pasaré mucho tiempo así. Escribo con claves joyceanas y pedantes que solo yo entiendo, y puede ser un tesoro arqueológico. Así como he creado cosas maravillosas que naufragan en los gabinetes empolvados de otros. He encontrado a muchos que creen en mi talento, pero es el destino quien los trae y los aleja entre la espuma del mar y el jabón de la ducha.

Por eso no creo en los contactos para salir del hueco. Toca valerse por sí mismo y de otros mortales que como yo queramos hacer algo más de nuestras vidas y de nuestro arte. Ser la piedra en el zapato para lo inminentemente establecido.

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