21/7/10

A donde llego justo ahora


Por estos días contradictorios he pensado en casi todo, pensar en todo sería una atrocidad, sería estar a la altura mental de Dios o del Dr. Manhatan. Hace unos días escribí un post sobre John Locke y Jack Shepard, personajes ficticios de la serie norteamericana Lost. ¿A qué iba con ello? Al presente, a mi presente y al presente de algunas personas que nos encontramos en una situación de vacío, mis camaradas vacíos, el chico del kaos (que por razones de seguridad no mencionaré sino metafóricamente) y la señorita danzante que me habló hace unas lunas de su vacío y del llanto del fénix. Se trata de un presente de riesgo, presión y sobretodo vacío. Vicio al vacío.
Y en esta situación pensaba en lo que es darlo todo y hacerlo todo por una causa, y recuerdo a Roberto escribiendo

Lluvia: solo espero
Que desaparezca la angustia
Estoy poniéndolo todo de mi parte

Estamos poniéndolo todo de nuestra parte, por nuestras propias causas, por nuestro propio vacío, a tal punto de llegar a un punto de funambulismo extremo. Andamos en la cuerda floja dejándolo todo a merced de lo que sea, de lo que determine el mismo vacío. El riesgo al todo o nada.
Todo por evaporar la angustia, superarse a sí mismo como lo decía el budismo. Pero bueno, he revuelto de nuevo las cosas y lo que iba a decir. Es mi condición etérea. A donde iba a llegar es al punto de la fe extrema. Bajo presión dejamos todo en la lucha y no todo alcanza a cubrir lo que queremos cubrir dejando la angustia al riesgo y dejándolo todo a la fe en que todo se dará. ¿No es eso un acto de funambulismo extremo? Y aquí recuero la película que vimos una tardenoche de sábado con Leydi y Jeimmy sobre ese brillante acróbata francés, y una de ellas murmuraba "ese man debe tener una increíble convicción en sí mismo" o algo así. Y a esto a a donde quiero llegar. Esa fe de funámbulo, esa convicción sobrenatural en sí mismo, y más que en sí mismo, en el vacío que aguarda dentro de sí. Una suerte de unión mandálica entre el vacío interior (o microvacío) con el vacío exterior (macrovacío). Voilá. He aquí que se unen el romanticismo de Goethe (microcosmos y macrocosmos) con el Budismo (vacío, mandala). Y todo centrado en el sí mismo.
En fin. Es esa fe en el vacío interno/externo lo que a unos nos está manteniendo vivos. Hasta acá llega esta divagación.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

responde : resiste