23/10/10

Nostalgia

Bárbara Kruger

Ahora creo que no hay cosa peor que remembrar tiempos cálidos de antaño y blablabla...
pero singularmente hay algo que corroe mi materialidad, una nostalgia, una saudade.
¿Toxicidad espiritual? A lo mejor sí. Es octubre, un mes que solía hincharme de dopamina las tripas y permanecer como un globo aerostático navegando entre cielos azulitos, raptos ontológicos, suspiros paralelos...
Nostalgia: toxicomanía legitimada de los afectos y el deseo; pajazo sin anclaje.
Pero incluso ahora mis letras se emborrachan en una nostalgia por la nostalgia. He extraviado mi nostalgia, y eso me hace sentir nostálgico. Ergo, soy un doble vicioso. Dialécticamente hablando, esa nostalgia por la nostalgia implicaría una doble negación, por lo tanto, deduciría que estoy salvado.
Pero es que también me hartan las dialécticas, los dualismos, tener que ser a o b.
No, dialécticamente no soy, porque no hay dialéctica, porque debo resistirme a la dialéctica y a la nostalgia dialéctica.
Sin nostalgia carezco de paraísos. Sin dialéctica carezco de infiernos o purgatorios.
Mi deseo puede convertirse en otra cosa más allá de una fuerza nostálgica que me echa pa'atrás.
No más deseos del ¡plop! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

responde : resiste